Hay veces que nos perdemos en buscar platos laboriosos dejando de lado lo tradicional. ¿La razón? Parece ser que es más glamuroso presentar una deconstrucción de un plato que un pedacito de coca casera de las de toda la vida. Juana de «La cocina de Babel» me recordó el otro día una receta de esas que marcan tu vida: una coca de albaricoque. Es la una pieza fundamental en la repostería tradicional de la isla en verano y no quería dejar pasar la oportunidad de ponerla en práctica. Qué decir de los platos de Juana. A cual mejor y con esta receta seguro que una triunfaba seguro.

Aunque Juana ya nos avisa que hay que usar manteca de cerdo en lugar de mantequilla, las ansias por llevarla a cabo hicieron que me pusiera con ella sin este preciado ingrediente. Y como siempre hago la receta varias veces hasta adaptarla a mi paladar, dos días más tarde realicé las mismas operaciones pero con manteca. Aunque el sabor es espectacular, aún quedaba algún cabo suelto. La mantequilla no le aportaba el suficiente sabor y la textura no era la que recordaba de los obradores tradicionales pero sólo con manteca, la masa era demasiado densa y el sabor muy pronunciado, dejando de lado el albaricoque. A la tercera va la vencida así que usé mitad de cada y conseguí la textura que quería y recordaba: un bizcocho suave con un aroma inconfundible. Una textura aireada pero firme para aguantar los levados y el peso de los albaricoques.

Varios días más tarde, en una cata improvisada de cocas de albaricoque, Pere, un buen amigo me confirmó que él solía añadir a los bizcochos algo de manteca de cerdo por el sabor que dejaba. Creo que las medias partes, a veces,  sí son buenas.

Por supuesto que los cambios hacen que pierda tradición la receta, pero debemos adaptar los platos a nuestro gusto. La cantidad de azúcar en función de lo golosos que sean en casa también es fundamental. Conviene probar las recetas pero sólo vosotros sabréis dar el toque perfecto para que guste a vuestra familia y amigos.

Os dejo con la receta final, ya incorporadas las variaciones que he realizado para adaptarla al paladar de los míos.

Ingredientes

70 gr de mantequilla a temperatura ambiente

65 gr de manteca de cerdo a temperatura ambiente

300 gr de azúcar

3 huevos

30 ml de aceite de oliva

25 gr de levadura fresca/ 8,5 gr de levadura seca de panadería

60 ml de agua tibia

300 gr de patatas hervidas y trituradas

425 gr de harina de repostería

4 albaricoques

2 cucharadas de azúcar

1 cucharadita de canela

azúcar lustre

Preparación

Batimos el los 300 gr de azúcar con la mantequilla. Cuando esté blanquecina, añadimos la manteca.

Incorporamos los huevos uno a uno hasta integrarlos en la masa.

Disolvemos la levadura en el agua tibia. Recordad que si tenéis levadura en seca de panadería equivale a 1/3, aproximadamente, del peso de la levadura prensada o fresca.

Añadimos el aceite a la masa, la levadura disuelta y la patata triturada.

Poco a poco vamos introduciendo la harina. No es necesario que sea harina de fuerza puesto que en verano el levado no se alarga en el tiempo. Nos servirá una harina de trigo de repostería o común.

Cuando tengamos la harina integrada, dejaremos levar la masa hasta doblar su volumen. Es una masa que se os pegará a las manos por lo que su manipulación puede ser complicada. Es mejor que pongáis un poco de aceite en vuestras manos para poderla trabajar. En ningún caso añadáis más harina porque obtendréis un bizcocho duro e incomestible.

Tras el primer levado, untaremos un molde rectangular con manteca y extenderemos la masa.

Colocaremos los albaricoques en su superficie cortados por la mitad y dejaremos que levar de nuevo.

Precalentamos el horno a 180º.

Justo antes de introducirla en el horno, espolvoreamos los albaricoques con azúcar blanca y canela.

Horneamos durante 40 minutos.

Dejamos enfriar y servimos con azúcar lustre.